Dialogamos, en esta ocasión, con Patricia Metola cuya expresión nos traslada irremediablemente al exquisito mundo cargado de espacios en el que parecen flotar sus personajes. Estará este domingo, 8 de mayo, en la Feria del Libro de León con un taller para los más pequeños.
El álbum ilustrado es una ventana a… Una habitación en la que crecen selvas y puedes viajar por los años hasta encontrarte con tiernos monstruos. Un bosque infinito donde saltas con tus sueños y un conejo enorme te recibe en la entrada. Un lugar solitario en el que su reina juega con los colores. Un mundo en el que una mamá se convierte en globo, un pato se hace amigo de la muerte y una oveja tiene la respuesta a la mayor pregunta que se hacen los hombres. Es un espacio abierto a mil caminos en los que cualquier cosa esperable o inesperada puede suceder.
¿Qué melodía debe sonar para que palabra e imagen formen una buena pareja de baile? Alguna que no sea muy estridente. El texto plantea unas preguntas y la imagen responde y a veces sucede al contrario. Deben ir de la mano contando historias paralelas pero no dispares, enriqueciéndose ambos mundos con nuevos puntos de vista.
Seleccionada por segundo año consecutivo a Bolonia, ¿qué supone este reconocimiento? Siempre es un halago ver que, entre tantos magníficos ilustradores que se presentan, escogen tu trabajo. Supone un reconocimiento al esfuerzo que uno ha realizado. Qué va a significar para mi futuro profesional, no lo sé. De momento todos los editores con los que me senté en Bolonia se interesaron por mi portafolio y sobre todo por los dos libros que habían sido seleccionados. Pero esta es una carrera de fondo y, de los pasos que dé hoy, veré el resultado mañana. Así que el año que viene podré responder mejor a esta pregunta.
Una extraordinaria sensibilidad empapa tus ilustraciones, ¿cómo describirías tu estilo? Muchas gracias. Cada ilustrador dibuja como es, sería muy difícil hacerlo de otra forma. El que es muy nervioso y espontáneo así son sus trazos, el que es metódico y perfeccionista no deja nada al azar en sus ilustraciones, el divertido hace dibujos llenos de ironía. Yo siempre he sido una persona muy introspectiva y emocional, así que imagino que eso es lo que desprende mi trabajo. Me gusta jugar con las emociones, los vacíos, los colores.
¿De qué fuentes bebes? Soy una coleccionista compulsiva de imágenes. Estas pueden ser ilustraciones, fotos, cuadros, objetos. A veces las escojo porque son singulares, otras porque me llaman la atención sus colores, pero todas cuentan una historia escondida que necesito descubrir.
Últimamente me interesa mucho la fotografía del siglo XX: Man Ray, Capa, Francesca Woodman, William Klein…
¿Cada ilustrador construye su propio universo? Así debería ser. Elaborar el universo de otro debe ser difícil. Cada uno narra su propio mundo. Recurres a tu mapa de instantáneas, haces un viaje a través del tiempo y con fragmentos de tus recuerdos es con lo que construyes una narración. A cada persona un texto le va a susurrar preguntas distintas, la clave está en ser es ser sincero con uno mismo y bucear en tu historia para encontrar el punto de encuentro entre tu espacio personal y el del autor del texto. Es un viaje interesante, divertido y, a veces, agotador hacia tu mundo interno.
¿Qué dirías a quienes todavía piensan que el álbum ilustrado es para los pequeños lectores? Deberían ver más libros ilustrados. Hay álbumes para adultos que también pueden leer los pequeños y álbumes para niños que también pueden leer los mayores. En general, la mayoría de obras no tienen edad.
Tu taller suena muy divertido, ¿qué haremos? Vamos a crear monstruos, objetos, jugar con palabras, imágenes, ensuciarnos las manos, recortar, pegar y ver como una secuencia de imágenes puede sugerir mil historias distintas. Pero, sobre todo, nos divertiremos.
¿Cuáles son las claves de un buen taller de ilustración? Conectar con los niños y divertirse. Si te diviertes tú, creo que ellos también lo hacen. En mi primer taller iba asustadísima pero luego me dí cuenta de que era muy sencillo. Son los niños los que van marcando el ritmo. Y por muy planificado que lleves el taller, siempre va a salir diferente a como lo pensaste, así que lo importante es dejarte llevar e ir improvisando. Me encantaría tener siempre un público tan volcado y agradecido como son los niños.
Viéndote en acción, comprobamos que te lo pasas pipa… Sí, es imposible pasarlo mal. Siempre te sorprenden. Recuerdo a un niño que elaboró una historia fantástica. No es que fuese a ser el futuro Premio Cervantes (o sí, quién sabe) pero era tan divertido lo que me estaba contando que, en vez de apuntar su cuento, lo que hice fue sentarme, reclinar mi espalda, sonreír y disfrutar sin prisa de aquel surrealista y genial relato.
¿Te sorprende la creatividad de los pequeños? Siempre. Ellos son mucho más creativos que nosotros. Mi hijo mayor es para mí una fuente inagotable de ideas. No sé qué voy a hacer cuando crezca.
¿Recuerdas el primer libro ilustrado que cayó en tus manos? Historias de Ratones, de Arnold Lobel. Al parecer le pedía de pequeña ese cuento a mi madre todas las noches, siempre, sin descanso. Sigue encantándome. Ahora soy yo la que se lo cuento a mis hijos.
¿Nos recomiendas un título imprescindible de tu biblioteca personal? Qué difícil. Voy a decir dos: El pato y la Muerte, de Wolf Erlbruch, y Secretos en el bosque, de Jimmy Liao.
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